Absenta, una bebida envuelta en la leyenda

Última actualización: 29.03.24

 

A la absenta siempre la ha rodeado un halo de misterio. Era la bebida de los bohemios y los artistas como Degas, quien incluso la llegó a inmortalizar en unos de sus cuadros. El “hada verde”, como la llamaban algunos, era una bebida que invitaba al olvido y que, según otros, podría incluso llevar a la locura.

 

Los orígenes de la absenta son algo confusos. Algunos expertos señalan que, en realidad es un derivado de los vinos especiados de los griegos, mientras que los hay que aseguran que se trata de un destilado medicinal a base de ajenjo, hinojo y anís, una combinación de hierbas que en los tratados de medicina medievales se conocía como “La Santísima Trinidad”. 

Sin embargo, la historia que se toma como verídica es mucho más prosaica. Según esta versión, fue la creación, a finales del siglo XVIII, de un médico francés llamado Pierre Ordinaire, quien encontró la receta original en el convento de Couvet, situado en la frontera franco-suiza. En su origen, se trató de un tónico medicinal llamado “Extracto de ajenjo” y se utilizó para tratar las fiebres y los dolores estomacales que sufrían los soldados franceses en las trincheras.

Su producción seguía en manos de las monjas del convento y solo se producía en aquella zona de Francia llamada Val de Travers, hasta que en 1797, el Mayor Dubied compró la fórmula a las monjas, quienes siguieron cobrando royalties por la bebida durante muchos años, y creó su propia marca “Dubied Père et Fils”. 

Durante los siguientes años, la absenta se asentó como bebida social y fue tomando popularidad. Fue tan grande su éxito que una segunda destilería se hizo con la receta, la Maison Pernod Fils que se convirtió rápidamente en la mejor absenta del mundo, hasta el punto de que en los cabarets de toda Europa, la marca sustituyó a la bebida y la gente no pedía una absenta, sino una Pernod Fils.

A mediados del siglo XIX la absenta ya se vendía por toda Europa y se había convertido en la bebida más popular de Francia. De hecho, era tan popular que los cabarets de París celebraban cada día a las cinco de la tarde su propia Heure Verte, es decir: su hora verde en la que solo se consumía absenta. 

El Ritual de la absenta

El consumo de absenta también tenía sus propios rituales, en los cabarets y bares disponían pequeñas fuentes con agua muy fría o con hielo, para que los clientes pudieran mezclar la absenta con el azúcar —que resultaba necesario para equilibrar el gusto amargo del ajenjo—. 

En aquella época, se hicieron copas especiales para absenta, que tenían un espacio circular, llamado reservorio, en la parte baja para verter la absenta pura. Y también se fabricaron unas cucharas estrechas, planas y perforadas, sobre las que se sostenía un terrón de azúcar que, según las tradiciones, se podía bañar en absenta y quemar, o solo bañar en agua y diluir.

Para preparar la absenta se debía llenar la parte redonda de la copa con el licor y después, apoyar la cucharilla sobre el borde. Se dejaba un terrón de azúcar sobre la parte plana y perforada y, sobre él, se vertía agua muy fría. Cuando el terrón se empapaba, se mezclaba con la absenta que, en contacto con el agua, se tornaba de un color más claro y lechoso.

 

El Hada Verde

La absenta fascinó a los artistas y bohemios de toda Europa. Oscar Wilde decía que tras el primer vaso uno puede ver las cosas tal y cómo le gustaría que fuesen. Muchos de estos artistas aseguraban que el líquido verde les ayudaba a inspirarse, llegando a plasmar su pasión por esta bebida en muchas de sus obras.

En 1910 se vendieron más de 36 millones de botellas de absenta solo en Francia. Ese mismo año, el licor sería prohibido en Suiza y solo cinco años después también se prohibiría en Francia. Poco a poco, la absenta se fue prohibiendo en todo el mundo y sobre ella cayó una especie de maldición, ya que se la tachaba de bebida del diablo, pues pensaban que llevaba a la locura.

En un principio, tanto las alucinaciones que algunos sufrían, como esos estados de locura, se atribuyeron a la tuyona, un aceite esencial que libera el ajenjo y que se utiliza durante la elaboración de la absenta. Aunque es cierto que la tuyona es nociva, no provoca alucinaciones, sino convulsiones y fallo renal. Además, la concentración de tuyona en la absenta, tanto en la de la época como en la moderna, es demasiado baja como para causar efectos nocivos en el cuerpo.

En realidad, la prohibición de la absenta tuvo mucho más que ver con la presión de los grandes productores de vino europeos que con las supuestas alucinaciones. A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la absenta era con diferencia la bebida más popular, por lo que los productores de vino, que empezaban a sentir grandes pérdidas económicas, encargaron estudios médicos que demostrasen que la absenta era peligrosa y venenosa.

Además, en 1905, Jean Lanfray, un padre de familia suizo, asesinó a toda su familia y, según su propio testimonio, lo hizo bajo la influencia de la absenta. Aunque lo cierto es que además de absenta había bebido vino, crema de menta, brandy y coñac, por lo que en realidad estaba tan borracho que podría haber sufrido algún tipo de alucinación, pero no por la absenta, sino por el exceso de alcohol.

Todo esto se unió a los movimientos civiles contra el alcohol, que ya empezaban a surgir en EEUU, donde desembocarían pocos años más tarde en la Ley Volstead o Ley Seca. En Francia estos movimientos lograron la prohibición de la absenta, mientras que en otras partes de Europa como Inglaterra, Portugal y España, nunca llegaron a tener calado y la absenta nunca llegó a prohibirse.

Estudios más recientes, han demostrado que la absenta no tiene propiedades nocivas, no es tóxica —a no ser que se consuma en grandes cantidades— y no produce alucinaciones. Los problemas asociados a esta bebida, tienen mucho más que ver son su alta graduación, que suele superar los 80 grados, que con sus propiedades. Es justamente debido a esa alta graduación, que se suele tomar mezclada con agua, ya que de lo contrario resulta demasiado fuerte.

 

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