En España todo el mundo conoce “la hora del vermut” y sabe qué es eso de “hacer el vermut”. Es una de nuestras tradiciones sociales más arraigadas y no es otra cosa que ese momento con tus amigos y familia, en los que te sientas en una terraza a tomar un aperitivo. Habitualmente, ese momento de tranquilidad acompañado de unas aceitunas o unas patatas fritas se suele regar con un vermut.
Pero no te equivoques, la hora del vermut no es algo típicamente español. Al contrario, en toda Europa tienen su hora del vermut, solo que aquí vamos un poco al contrario. En España, la famosa “hora del vermut” suele tener lugar entre las 12 y las 13 del mediodía, siempre antes de la comida. En el resto de Europa, en cambio, esta “hora del vermut” es justo antes de la cena.
La hora del vermut, ¿antes de comer o antes de cenar?
Aunque todas las horas son buenas para disfrutar del mejor vermut, en España siempre se suele tomar antes de comer. Lo normal, como hemos explicado, es que la gente se reúna en una terraza justo antes de las comidas, entre las 12 y las 13 del mediodía. Aunque esto parece que siempre ha sido así, los historiadores no logran ponerse de acuerdo y, hoy en día, existen varias teorías al respecto.
La primera de ellas señala que en España, antes de la Guerra Civil de 1936, la hora del vermut era igual que la del resto de Europa, justo antes de la cena. Sin embargo, en los tiempos de la postguerra, la pobreza y la necesidad hizo que la mayoría de las personas tuvieran que buscar más de un trabajo. Esto hacía que los horarios habituales de la gente cambiasen por completo y se diferenciasen muchísimo de los del resto de Europa.
Los españoles, que tenían dos trabajos, debían adaptar sus horarios a los de sus empleos. Por eso, la comida se desplazó en torno a las dos de la tarde, el espacio de tiempo entre el primer turno de mañana y el de la noche. Al mismo tiempo, la cena quedó relegada a una merienda o aperitivo al finalizar la larga jornada de trabajo, habitualmente ya bien entrada la tarde o incluso la noche.
Esto no solo cambió la hora del vermut, sino que también ha marcado profundamente los horarios y los hábitos españoles, que suelen ser muy diferentes a los del resto de los europeos.
La otra teoría, más aceptada por la mayoría de los tradicionalistas y etnólogos españoles, sitúa la “hora del vermut” a media mañana, ya que era la hora en la que las familias salían de la misa los domingos. Durante la dictadura, allá por los años 50, apareció en España la primera “clase media”, familias humildes, pero con buenos trabajos que podían permitirse pequeños lujos. Uno de estos lujos era justamente sentarse en una terraza los domingos después de misa para tomar un aperitivo antes de ir a comer.
¿Qué se toma en la hora del vermut?
Aunque tradicionalmente el vermut era la bebida que se solía tomar a la “hora del vermut”, en los últimos tiempos, la cerveza ha ocupado en gran parte su lugar como aperitivo.
En realidad, la “hora del vermut”, ya sea por la mañana o por la tarde, es una forma de “abrir el apetito”. Se puede tomar vermut, tal y como su nombre indica, una caña o incluso una copa de vino. Esto se suele acompañar con unas patatas fritas, unas aceitunas o cualquier tapa ligera, como unos mejillones, unos berberechos o un pintxo.
En España, el vermut se toma tradicionalmente acompañado de sifón, que no es más que agua carbonatada. Aunque en los últimos tiempos, la mayoría de bares y restaurantes lo sirven como en EEUU o en el resto de Europa, con hielo, una rodaja de naranja y aceitunas o cebolletas.
Retomar la “hora del vermut”
En España, sin embargo, durante los años 80 y 90, la “hora del vermut” se fue perdiendo y, la mayoría de la población, la veía como algo anticuado. Durante bastantes años, se fue dejando de lado e incluso la expresión “la hora del vermut” se cambió a la de “la hora de la caña”. Durante esta época, la cerveza fue ganando espacio en los aperitivos, relegando el vermut a un discreto segundo plano, como una bebida “para abuelos” que pocos se atrevían a pedir.
Fue a partir de los años posteriores a la crisis económica, cuando esta tradición se ha ido recuperando y cogiendo fuerza. Una nueva corriente social que buscaba regresar a lo tradicional y auténtico, logró que se fuera recuperando esta tradición, así como el consumo del vermut, que también había quedado un poco relegado.
Con el auge de estas corrientes modernas que buscan regresar a lo tradicional, también los vermuts recuperaron el protagonismo y, especialmente, los vermuts caseros. Hoy en día, la mayoría de los consumidores prefieren los caseros a los comerciales, buscando un sabor tradicional, mucho más botánico y lleno de matices.
Gracias a este nuevo empuje, en algunos lugares de España como Madrid o Valencia, han visto nacer locales dedicados exclusivamente a la “hora del vermut” donde es posible encontrar cartas de vermut con más de 150 variedades diferentes, entre vermuts artesanales, combinaciones y vermuts de corte más comercial.
Este nuevo auge también ha llevado a las bodegas que elaboran vermuts caseros a investigar y experimentar, logrando algunos sabores realmente únicos como un vermut de sidra típico de la zona de Asturias o vermuts macerados en diferentes bebidas como la ginebra.
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