El vino crianza y su diferencia

Última actualización: 19.04.24

 

Cuando se trata de vinos, es importante saber de lo que estamos hablando, dada la amplia variedad de productos existentes. Si nos referimos al tiempo, tenemos diferentes opciones según el proceso de envejecimiento del vino, así que cuando hablamos de un vino crianza o reserva es clave saber las diferencias frente a otros productos similares. 

 

Disfrutar del vino es uno de los grandes placeres de la vida para los aficionados a esta bebida. Pero un buen aficionado debe saber qué vino está bebiendo, puesto que cada producto y cada caldo tiene unas propiedades y unas características inherentes al mismo. 

Un perfil que se va elaborando con la base de la uva, pero también con el tiempo y el modo en que él mismo lo va pasando a la hora de envejecer. Esto nos deja ante la necesidad de saber cuáles son las diferencias entre un vino de crianza, un gran reserva o un vino reserva, lo que marca el perfil, el carácter y el sabor de ese caldo.

 

El proceso de envejecimiento

Antes de entrar en detalles, es necesario conocer la importancia del tiempo en lo que se refiere a la crianza del vino. Pensemos que, antes de pasar ese tiempo de maduración, el vino no es más que un zumo de uva, al que es precisamente este periodo de tiempo y crianza el que le da las notas de sabor y los demás elementos propios de cada vino. Este envejecimiento se realiza en diferentes tipos de barrica, dependiendo de las características propias de cada caldo. Dependiendo de cada variedad, también se usan barricas y depósitos diferentes, lo que añade un extra de sabor y matices al producto final.

Es importante destacar que, pese a los diferentes intentos de marcar unas pautas o patrones específicos para este proceso de envejecimiento, en la actualidad no existe ninguna legislación a nivel estatal que marque el tiempo necesario para establecer la diferencia entre crianza y reserva. Un proceso en el que también han intentado tomar partido las diferentes denominaciones de origen que sí han tenido algo más de éxito en el proceso, dentro de sus zonas respectivas.

El objetivo de esta regulación dentro de las propias denominaciones de origen es establecer unos criterios de uniformidad, de modo que, si compramos un vino de Rioja  Reserva con unas determinadas características, el mismo tenga los mismos matices tanto si procede de la Rioja Alavesa como si es de la Rioja Oriental o la Rioja Alta. Lo mismo ocurre con cualquier otro vino de cualquier región, en la que la uniformidad del producto final es fundamental. No obstante, no todas las denominaciones han tenido tanta suerte a la hora de establecer estas normas, así que puede haber ciertas diferencias al respecto.

Diferencias entre crianza y reserva

A la hora de conocer estos productos, en relación al tiempo de procesamiento, hay un cierto acuerdo respecto de los tiempos que el vino debe pasar en este proceso de maduración para lograr su punto adecuado. Es importante saber que el proceso de crianza varía entre los vinos blancos y los vinos tintos, debido a sus particularidades concretas.

Si empezamos a hablar de la crianza, en lo que respecta a los vinos tintos, estos son aquellos que han pasado un proceso de envejecimiento mínimo de 24 meses en total. De estos dos años, al menos 6 meses han debido ser en barrica, siguiendo las líneas y directrices de la denominación de origen correspondiente En el caso de los vinos blancos y rosados, el tiempo de maduración se reduce a los 18 meses, estableciendo un periodo mínimo de seis meses en barrica. Cabe recordar que estas barricas deben ser de un máximo de 330 litros de capacidad.

Respecto de los vinos de reserva, en el caso de los tintos se alarga el proceso de envejecimiento hasta los 36 meses, con un mínimo de 12 meses de estancia en barrica. En cuanto al proceso de los vinos blancos y rosados, estos deben pasar un total de 24 meses de crianza, de los que seis de ellos deben transcurrir en las barricas que estamos comentando.

Finalmente, tenemos que hablar de los vinos de Gran Reserva, los que mayor tiempo pasan en almacenamiento hasta que salen al mercado. En este tipo de vinos, el tiempo se incrementa hasta los 60 meses de guarda y almacenamiento total, de los que al menos 18 de estos meses deberán pasar por barrica. Respecto de los blancos y rosados Gran Reserva, estos deben pasar 48 meses de envejecimiento, con al menos 6 meses de reposo en barrica.

Fuera de estos planteamientos quedan los llamados vinos jóvenes o vinos del año, que como su propio nombre indica son aquellos que no tienen periodo de maduración alguno. Estos vinos no requieren un tiempo específico de crianza y, a lo sumo, son vinos que han pasado por barrica seis meses o menos.

La particularidad de la región de Rioja

Cuando se trata de buscar el mejor vino de España, son muchos los que apuestan por vinos de Rioja. Algo que se percibe en detalles como los tiempos de envejecimiento y crianza de estos vinos, que cambian los tiempos de esta maduración y también el proceso. Como ejemplo, frente a las barricas de los vinos convencionales, los vinos de Rioja se envejecen en la barrica bordelesa, propia de la región de Burdeos y de 225 litros de capacidad. Así pues, cuando se trata de un  vino de Rioja Reserva o Crianza este tiene características diferentes a los vinos convencionales.

Estos tiempos varían  en todos los tipos de vino que estamos comentando, de modo que los vinos Crianza de Rioja tienen un periodo de envejecimiento mínimo de 36 meses, de los que al menos un año debe ser en barrica, para los tintos. Si se trata de blancos y rosados, este tiempo deberá ser de al menos 2 años o más, con un tiempo de estancia en barrica de 6 meses como mínimo. En cuanto a los reserva, los tiempos son de 36 meses en general y 1 año en barrica para los tintos, así como 2 años o más y seis meses en barrica para los blancos y rosados.

Finalmente, respecto de la Gran Reserva, este debe tener dos años de envejecimiento en barrica y 3 en botella para los tintos, mientras que para los blancos y rosados el envejecimiento debe ser de al menos 4 años, con 6 meses de estancia en barrica. Como vemos, los tiempos son mayores a los vinos generales, lo que explica la mayor riqueza de matices y sabores propia de estos caldos.

 

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