El vino es, junto a la cerveza, una de las primeras bebidas alcohólicas que descubrió la humanidad. Se trata de una bebida “espirituosa”, ya que se pensaba que dentro de ella habitaban espíritus que daban vida al hombre y, por tanto, muchas de las viejas culturas le otorgaron una divinidad propia, como es el caso del Baco romano o el Dioniso griego.
Las culturas antiguas otorgaban al vino un lugar muy importante en la sociedad, motivo por el que muchas de ellas lo representaban en sus religiones. Esto se debe a que era un complemento esencial en sus dietas, ya que las aguas en muchas ocasiones eran más peligrosas que el propio alcohol, al contener bacterias y elementos nocivos para el ser humano.
El vino era conocido por casi todas las culturas antiguas, incluso en China se elaboraba y consumía esta bebida. Sin embargo, fueron las culturas del Mediterráneo las que encontraron en él algo más que una bebida social. El cultivo de la vid apareció en la India, desde donde pasó a Mesopotamia, siendo el vino griego el primero en ser consumido a gran escala. En este sentido, el vino mezclado con pan y agua, era el desayuno habitual de los griegos, que consideraban que aportaba la energía necesaria para todo el día. Además, si te preguntas cuál es el mejor suplemento de hierro, el vino podría ser una respuesta natural, por lo que era costumbre que incluso los niños desayunaran pan con vino.
Es por este motivo que el vino tuvo su espacio en la cultura y la religión antiguas, por ejemplo, en el panteón de los dioses griegos y romanos en la piel de Dioniso y Baco, el dios del vino, respectivamente. De hecho, el uso sacramental del vino en la cultura cristiana, es una evolución de las creencias de estas dos divinidades.
Mito de Dionisio
El dios Dionisio es hijo de Zeus y Sémele, aunque en algunas versiones su madre es Perséfone. Es el dios griego del vino, de la fertilidad, la agricultura y el teatro. Era un dios que inspiraba a sus fieles una locura ritual y los llevaba al éxtasis, se trata de una deidad liberadora que, debido a los efectos embriagadores del alcohol, es capaz de liberar al ser humano de su verdadero ser y hacerlo enloquecer.
En la mitología griega y romana, Dioniso iba siempre acompañado por las Ménades, que eran unos seres divinos de forma femenina que lo acompañaban siempre en sus orgías. Las primeras Ménades fueron ninfas que criaron al propio dios en su infancia y que, posteriormente, fueron poseídas por su espíritu que les inspiró una especie de locura mística.
Aunque hoy en día, la percepción que se tiene de este dios sea el de un culto divertido y dedicado a la diversión, en Grecia era muy importante, llegando a influir profundamente en la cultura y en el pensamiento filosófico de los grandes pensadores de la antigüedad.
Baco, el dios romano del vino
A medida que la cultura griega iba en declive, su espacio en el Mediterráneo fue ocupado por los romanos. Estos, que tenían un panteón divino muy similar al de los griegos, fueron adoptando nuevos dioses conforme conquistaban ciudades y asimilaban nuevas culturas a su imperio.
De esta forma, cuando los romanos conquistaron la zona de Grecia, introdujeron también el culto a Dioniso, cuyo culto esotérico se llevaba a cabo en la ciudad de Eleusis, próxima a Atenas. Como era habitual en la cultura latina, cambiaron su nombre por Baco y lo convirtieron en el dios romano del vino y la diversión.
El culto de Baco era controlado por las “Bacantes” mujeres que emulaban a las Ménades y se entregaban a la adoración orgiástica del dios. Durante los días sagrados, estas mujeres ascendían a montes solitarios donde pasaban días sin contacto con hombres, se dedicaban a beber alcohol y consumir alucinógenos. La “danza de las Ménades” era el rito central de estas orgías y en ellas las doncellas danzaban desnudas durante horas con el fin de aumentar su fertilidad.
Estas antiguas “bacanales” son el germen de los aquelarres medievales que las brujas llevaban a cabo en los bosques y lugares apartados, siempre sin presencia de hombres.
Otras divinidades del vino
El ser humano ha relacionado al vino con la divinidad desde lo más antiguo, tanto es así que existe una inscripción del año 2700 a.C. en la zona de Sumeria en la que se menciona a la diosa Gestín, cuyo nombre significa “madre cepa” o “cepa madre”. Entre las deidades sumerias también se encuentran Pa-gestín-dug, cuyo nombre se traduce como “cepa buena” y su esposa, Nin-kasi, que significa “dama del fruto embriagador”.
En Egipto, donde el vino y la cerveza tenían un lugar destacado en las liturgias, Horus era la deidad del vino. Así pues, los vinos eran conocidos como “Sudor de Ra” o “Lágrimas de Horus”.
El vino y la religión
Además de todas las deidades dedicadas a esta bebida, el vino ocupaba un espacio central en las religiones. De esta forma, era habitual realizar libaciones (ofrendas de vino) a los dioses en Roma, Grecia y Babilonia.
En Roma, las fiestas dedicadas a Baco fueron muy populares durante el periodo imperial, sobre todo entre las mujeres y los esclavos. Con el decreto del emperador Teodosio, que convertía la religión cristiana en la única del imperio, los obispos y sacerdotes comenzaron a perseguir estas fiestas, en las que el consumo excesivo de alcohol llevaba al desenfreno y a la conducta impúdica.
El cristianismo, por su parte, incluye el vino en su liturgia, de forma similar a las bacanales, donde se desmembraban pequeños animales para rememorar que Baco fue devorado por los Titanes, los cristianos consumen el vino y el pan, como la carne y la sangre de Jesucristo.
Como puedes ver, el vino era mucho más que una bebida social, ocupando una posición central en la cultura y la religión antigua. Así que, cuando disfrutes de los mejores vinos Ribera del Duero en tu casa, recuerda que en el pasado, al vino se le adoraba como a un dios.
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