Las uvas Cabernet Sauvignon son una de las variedades más extendidas en el mundo. Esto se debe a su capacidad de adaptación a la mayoría de suelos. Además, se trata de una de las uvas de mayor calidad enológica, por lo que produce vinos complejos, apreciados por los amantes de los buenos caldos.
De entre las cepas de vino, la Cabernet Sauvignon podría ser la uva tinta más apreciada por las bodegas y los fabricantes de vino. Se trata de una variedad que se adapta fácilmente a todos los tipos de suelo y climas, siendo de las que presenta una mayor resistencia al frío, por lo que suele encontrarse en los países del norte de Europa. Además, es un tipo de uva con una gran regularidad en la cosecha, lo que permite obtener grandes vendimias y algunos de los mejores tipos de vino tinto del mundo.
¿Cómo es la uva Cabernet Sauvignon?
La uva Cabernet Sauvignon es la cepa más tradicional de Francia. Esta variedad fue creada en la zona de Burdeos, gracias al cruce entre las Cabernet Franc y las Sauvignon Blanc.
Está considerada una variedad representativa de la zona de Burdeos, donde se cultiva desde la Edad Media y los enólogos la han etiquetado como “variedad premium”, gracias a la excelente calidad de los granos y también de los caldos que se obtienen con ellas.
Al mismo tiempo, es una de las cepas de uva más conocidas del mundo y obtiene varios nombres como Vidure, Burdeos o Carbouet.
¿Cuáles son sus principales características?
Los racimos de la uva Cabernet Sauvignon son pequeños y en forma de cono, con bayas uniformes y poco compactas. Una vez maduras, las uvas se desprenden con facilidad, ya que tienen un pedúnculo de pequeño tamaño y con poca lignificación.
Las bayas son pequeñas y de forma redonda, con la piel muy oscura, casi azul y con gran cantidad de pruina (la capa blanca que recubre las uvas y que está compuesta por levaduras). Tiene los hollejos gruesos y la pulpa con poco color, sin pigmentación en las primeras fases de crecimiento. En este sentido, la uva es dura y con mucho jugo, de intenso sabor herbáceo.
Las cepas son muy vigorosas, altas y con ramificaciones, de crecimiento tardío y maduración media. Es resistente a la podredumbre y a la excoriosis y botritis. Sin embargo, es sensible a la eutipiosis, mildiu y oidio, así como a los ácaros del vino y a los cicadélidos. También se ve afectada por las sequías, que pueden frenar su maduración.
Por otra parte, se adapta muy bien a casi todos los suelos, aunque la falta de magnesio afecta a la formación de las frutas. Resiste bien en zonas frías, gracias a que tiene un tiempo de maduración tardío. También resiste bien a los vientos fuertes. Su maduración óptima se obtiene en suelos gravosos, sin exceso de agua, con buena exposición y acidez ligera.
La disposición de la Cabernet Sauvignon en el mundo
Como hemos explicado anteriormente, es una de las variedades de uva más extendidas de todo el mundo, solo superada por la variedad china Kyoho, una uva de mesa que se utiliza solo para comer. Gracias a su capacidad de adaptación a la mayoría de suelos y de climas, se cultiva en Francia, España, Italia, Chile, Argentina, California y Australia, entre otros. En este sentido, la cepa de uva Cabernet Sauvignon ocupa un total de 341.000 hectáreas en todo el mundo, lo que representa el 4% del total de viñedos del mundo.
En España, la uva Cabernet Sauvignon cuenta con unas 20.000 hectáreas, más o menos un 2,1% de la superficie total de viñedos del país. Al ser una uva de fácil adaptación, de vendimia regular y productora de vinos de alta calidad, muchas Denominaciones de Origen españolas, están utilizándola para elaborar sus vinos y la han convertido en una variedad recomendada.
Así el vino Cabernet Sauvignon
Entre las principales características del vino producido por esta cepa, destaca su color intenso, oscuro y muy brillante, con sabores secos y de taninos altos.
Los vinos jóvenes tienen aromas muy fuertes de frambuesa, pimiento verde y, en raras ocasiones contienen notas herbales que recuerdan a las aceitunas verdes y a la menta. En cuanto a los aromas bajos, ofrece reminiscencias de monte bajo y de hierbas aromáticas muy balsámicas.
Al madurar, son vinos muy equilibrados y estables, con una estructura de taninos amplia. Debido a la calidad de sus uvas, son caldos ideales para su envejecimiento, gracias a sus hollejos gruesos de los que se pueden extraer muchos sabores dulces, lo que favorece tiempos de envejecimiento más largos.
Al criar en maderas suaves, como la de roble, sus vinos obtienen texturas agradables, muy finas y con aromas profundos que recuerdan al chocolate, al tabaco y al carbono, pero sin perder su perfume varietal clásico de grosella y pimiento.
La cata del vino Cabernet Sauvignon
En copa, se trata de vinos intensos con mucho cuerpo, pesados y de lágrima gruesa. De color rubí intenso, con notas violetas que con la crianza evolucionan y se convierten en reflejos de color ladrillo.
En la primera fase de nariz brillan los aromas de la variedad, que recuerdan a la grosella, las ciruelas y los frutos rojos. Al envejecer, obtiene notas de chocolate y tabaco y, si envejece mal, predominará el olor a pimiento.
En la boca es duro, con sabores que recuerdan al pino, cedro, grafito, chocolate puro y aceitunas negras. Al envejecer se vuelve más estructurado, con buen paladar y sabores más suaves.
En general, el vino Cabernet Sauvignon es adecuado para acompañar comidas sabrosas y con grasa, con sabores fuertes como los estofados, guisos, los picantes, salsas y chocolates. En este sentido, es apto para maridar con quesos tipo cheddar, camembert o emmental, así como carnes rojas y arroces potentes como el arroz al horno o la paella con foie.
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